Cuenta Plutarco que en la previa a la batalla de Cannas, Aníbal Barca sale a reunirse con sus hombres para darles valor. En las filas cartaginesas había una mezcla de nerviosismo y consternación, en especial entre un joven oficial llamado Giscón.
Éste oficial había ido a explorar el terreno y pudo comprobar el despliegue romano. Apabullado por la gran cantidad de enemigos, se mostró muy sorprendido y preocupado. De forma detallada, contando todo lo que vió, así se lo hizo saber a Aníbal.
La respuesta de Aníbal, con mucho sentido del humor fue: «Una cosa que se te ha pasado, Giscón, que es todavía más sorprendente…que aunque haya tantos de ellos, no hay ninguno de entre todos ellos que se llame Giscón«.